AL BLOG DE LA HISTORIA Y RECUERDOS DEL OLIVA

Aquí trataremos de recuperar la historia del Oliva, y digo del Oliva y no C.P. Oliva, puesto que mucho antes de la fundación del club como tal en 1972, ya había un equipo más o menos organizado que participaba en torneos y númeroso partidos amistosos. De lo cual tenemos constancia desde los años cuarenta, y posteriormente ya en los años sesenta con la denominación de C.D. Oliva y luciendo el escudo actual.
Por eso no distinguiremos entre uno y otro y siempre hablaremos de la historia del Oliva, aunque sí trataremos de profundizar en todo el proceso de evolución que ha sufrido el club hasta nuestros días.
Para ello necesitamos de la aportación y colaboración de todos, y por eso nos gustaría recibir cualquier tipo de información, historias, anécdotas, fotos, documentos, o cualquier otra cosa que nos ayude a mantener vivo el recuerdo y la historia del Oliva.
Pueden enviar sus colaboraciones a la siguiente dirección:
josemaritorrado@gmail.com o contactándo personalmente.

Una buena forma de recuperar la historia del Club es que los propios ex-jugadores nos cuenten su historia, y para eso hemos creado el apartado "LAS DIEZ PREGUNTAS A..." (Puedes encontrar las preguntas al final de la página)

GRACIAS DE ANTEMANO POR VUESTRA COLABORACIÓN


lunes, 3 de diciembre de 2007

RECUERDOS…

DE CÓMO LOS HÁBITOS, COMPORTAMIENTOS Y COSTUMBRES DE LOS PADRES INFLUYEN EN LOS HIJOS.
Tendría unos 8 años cuando transcurría uno de mis primeros recuerdos del fútbol. Recuerdo que fue un desplazamiento con el Oliva, cuando se hacían en coches particulares. Yo me había puesto pesado con mi padre porque quería ir al partido, nunca me llevaba a los partidos de fuera, pero ese día había sitio en los coches y nos llevaron a dos zagales, Javi Pérez y yo, los dos en el Chrysler 180 rojo de su padre.
A partir de ahí, cada 15 días (partidos de fuera), teníamos un circo, yo que quería ir y mi padre no me dejaba (algo mas tarde entendí porqué). A los partidos de casa no había problemas, me llevaba y a corretear por el campo de fútbol. Una de las veces me tocó quedarme en casa enfadado por no ir, se fue con el 4L a recoger a Nogales, Núñez y alguno más. Al rato oí el ruido del 4L por la puerta de Manolo El Espartero (el ruido era tan característico, que si no había mas ruidos, se reconocía perfectamente desde el principio de la calle), me pitó y salí como una bala. Esa tarde había tenido suerte, Manolo León Rangel no iba. El no llevarme, no era porque no me estuviese quieto, era, porque a la vuelta había Vía Crucis (ahí fue cuando lo entendí). La gracia de los partidos de fuera estaba al acabar y venir de vuelta. Unas veces tocaba probar el vino de Alconchel, otras las chuletas de Burguillos, algunas veces parada en el Mimbrero o en Jerez. La que mejor recuerdo (por lo que me duró), fue un día que nos paramos en Jerez, tocaba carne con tomate, buenísima. Al día siguiente en la escuela, tuve que salir corriendo para casa porque mi barriga no aguantaba más. Al medio día llegó mi padre con en las mismas circunstancias. Nogales estaba malo, Núñez no se aguantaba y Manolo León había tenido que cerrar el comercio.
Desde entonces, creo que la estación de penitencia de aquel bar, desapareció.
Otro de los momentos que recuerdo bien, era cuando mi padre iba entre semana a la federación, lo esperaba despierto hasta que llegase para ver si me traía algo. Como casi siempre, no caía nada. Una vez, tanto le di lata con una camiseta del Oliva (para niños en aquellos entonces no había), que se presentó con una equipación del Atlético de Madrid (es la foto que aparece arriba) que era lo mas parecido.
Otra vez vino con un “balón de reglamento” (de los que tenían costuras), y ya siendo mas grande, se presentó con un Tango Adidas.
Los domingos con partidos fuera eran fiesta, pero los de casa tampoco se quedaban atrás. A las ocho de la mañana había que recoger a Núñez y Nogales, nos íbamos a preparar el campo. Unos barrían las gradas, otros las casetas o el bar y otros echaban lama a charcos del campo. Los mas mañosos arreglaban las cerraduras, las cisternas o los enchufes mientras Pereira colocaba las camisetas en las perchas. Lo mío era darle patadas al balón con el que jugaban los grandes y quitar algunas piedritas del campo (ya no quedaban muchas, porque mira que habremos quitado piedras los zagales de Oliva). El campo se pintaba al final, se tiraba la cuerda y se tensaba, y con una cuba y las manos se iba echando el yeso. A las 12, la candela ya estaba preparada, las sardinas y el pestorejo ya olían. Lo que mas me gustaba era coger la punta de la cuerda con el palo y pintar círculo central.
Otro recuerdo que conservo, es de cuando se vendían los cupones mensuales. Los sábados me hacía mi padre una lista con el recorrido, y a repartirlos con la bicicleta. Con suerte caía algún duro para comprar estampas de fútbol.
Cerca de Navidad, tampoco faltaba sellar las papeletas de la lotería y contarlas para ver si faltaba alguna. Luego había que repartir los tacos por los comercios. Para los décimos, mi padre llevaba una lista en el bolsillo donde iba apuntando con una E si estaba entregado y con una P si se lo pagaban.
Mas tarde me tocaría jugar, primero en la escuela cuando íbamos con el autobús de Pelayo y las camisetas se llevaban en una caja de cartón del tabaco.
En la época de los juveniles, éramos los propios jugadores los que teníamos que limpiar las casetas y pintar el campo.
Coincidía por esos entonces (1980/81 – 1981/82) que la Real Sociedad ganó la liga, la Supercopa (1982/83) y la Copa del Rey (1987) y a mi me dio por Arconada, fue cuando mi padre me compró una camiseta de portero de la Real y Jesús Gañán Goicoechea me regaló un pin también de la Real.
Muchas fueron las veces que le pregunté a mi padre de que equipo era o que equipo le gustaba mas, nunca lo supe. Al final llegué a la conclusión que no era de ninguno y de todos, le gustaba esa época del Atl. de Madrid de Reina, Capón, Leal, Leivinha, Ayala, etc., pero lo que no se perdía era un partido de la selección. Me aficionó a ver los partidos e incluso a escucharlos por la radio cuando se iba la luz.
Otro de los regalos que guardo con cariño, fue el primer carnet de socio que me hizo (1983/84).
Llegaría el momento de jugar algún partido con los grandes, y mas de una vez me relató por los goles que me metían, pero lo que realmente me insistía, era a entrenar (me estaba animando a hacer ejercicio y a quitarme de algún mal ambiente).
Una gran satisfacción que pude verle, fue cuando algún jugador de Oliva podía aspirar a jugar en algún gran equipo. Recuerdo la mañana de un domingo de mediados de agosto de 1989, justo un par de meses después de haber logrado el ascenso a Preferente, en la que Teo, mi padre y yo acompañamos a José Mari a hacer las pruebas con el Badajoz Juvenil. Ese día era importante para José Mari y creo que mi padre actuaba como un padre con su hijo, aún sabiendo que podría suponer una baja para el Oliva, a él se le notaba un ánimo y una alegría diferente, no en vano tiene que satisfacer el ver como el fruto de la idea de formar un club llega con el paso del tiempo.
También recuerdo el ascenso de la temporada 88-89. Jesús que era el entrenador, mandó que me tirasen penaltis antes de empezar el partido por si expulsaban a Matos y al final había que llegar a los penaltis. El final ya se conoce, ascendimos y mi padre me dejó que me fuese esa noche a Oliva para celebrarlo y a la mañana siguiente me tenía que volver a estudiar a Mérida.
Mas tarde sería el momento de estar con él en alguna directiva, de repartir la lotería o hacer algún turno de barra, de hacer la lista de socios o de preparar la memoria de final de temporada.
Al final me he dado cuenta de cuanto ha influido en mi, en mi personalidad y por supuesto en mi aprecio al Oliva, el haber compartido con mi padre todos esos momentos. Por eso con el deseo de que mis hijos puedan estar algún día tan orgullosos de mi como yo lo he estado de mi padre, intento compartir con ellos todos los momentos posibles y seguramente así, y sin que se den cuenta terminarán por querer al Oliva, pues al final los hijos somos el reflejo de nuestros padres.
De ahí que hoy seamos los hijos de aquellos directivos los que estamos metidos en el C.P. Oliva, son mis hijos los que me dan la lata para que los lleve al fútbol, soy yo el que le saca el carnet de socio esperando que el día de mañana sientan algo por el Oliva y sigan siendo socios. Ahora me toca a mí llevarlos al fútbol para que hagan ejercicio, se diviertan y se acostumbren a una disciplina. Ahora me he acostumbrado a venirme a Sevilla los domingos después del partido del Oliva y me he acostumbrado a irme a Oliva después del partido de mi hijo, pero a lo que no me he acostumbrado es a concebir el Oliva sin mi padre.
¡Ah! y por si alguien (que lo dudo) no sabe quien soy y lo que es más importante quien fue mi padre,…soy José Luis Sánchez González, o José Luis Basilio, como mucha gente me conoce y a mi me enorgullece que lo hagan, y mi padre, como sabrán es Basilio Sánchez Núñez, “un hombre bueno” (como escribió en el periódico un buen amigo tras su muerte).